Belfast es una ciudad industrial, bonita y agradable. Castigada por el declive de los astilleros y por el conflicto entre protestantes y católicos, caminando por sus calles se percibe que la ciudad está empezando a resurgir tímidamente, sin perder un ápice de identidad.
QUÉ VER
LOS MURALES DE FALLS ROAD Y SHANKILL ROAD
The troubles, los conflictos entre católicos y protestantes que dejaron casi 4.000 muertos entre 1960 y 1998, tuvieron uno de los epicentros más violentos en Belfast. El arte urbano se convirtió en la forma de reivindicar la identidad de los barrios católicos (Fall Roads) y protestantes (Shankill Roads). Hoy esos murales siguen impolutos en las calles de Belfast como recuerdo de todo lo vivido.
La mayoría de las guías recomiendan el Black Cab Tour, pero nosotros decidimos hacer el recorrido a pie, para empaparnos del ambiente. Pasear por las calles es sobrecogedor y la visita tiene una carga ideológica y emocional importante. Los murales y las muestras de nacionalismo británico son muy expresivas. Pero recorrer los barrios de Falls Road y Shankill Road y descubrir que las llamadas líneas de paz son muros y vallas que separan ambas zonas nos dejó la inquietud en el cuerpo. La sensación que transmite es que, aunque el conflicto armado haya acabado, parece que ideológicamente sigue vivo.
EL CENTRO DE LA CIUDAD
Una tarde de un martes cualquiera, en la capital de Irlanda del Norte se respira tranquilidad (a veces demasiada). Perdiéndote por sus calles, se pueden descubrir rincones encantadores más allá del ayuntamiento, la ópera o el Albert Memorial Clock Tower.
Lo que más nos gustó fue el Cathedral Quarter. Nos tropezamos con él sin querer y fue como entrar en el callejón Diagón de Harry Potter. De repente, un barrio animado, lleno pubs, restaurantes y murales de la Belfast moderna se abrió ante nuestros ojos.
DÓNDE COMER
Como no podía ser de otra manera, en el Cathedral Quarter vimos los restaurantes que más nos gustaron. Cenamos en “Made in Belfast“, un lugar muy recomendable para comer un buen fish and chips y tomar una cerveza local.
DÓNDE DORMIR
Al viajar en coche, nuestra prioridad era encontrar un sitio en el que poder aparcar con facilidad. Maranatha House es un boutique guesthouse a las afueras de la ciudad. Es una mezcla entre un bed and breakfast y un hotel. Es básico pero las camas son muy cómodas.
Un plus muy interesante es que la encantadora dueña, Marieann, prepara unos desayunos increíbles para empezar la mañana con energía. Desde el clásico desayuno inglés hasta unas tostadas con huevo poché y chutney de tomate. Delicioso.